Había tomado asiento en la esquina de su cama sin hacer. No estaba
tratando de ser sugerente ni nada; sólo me cansé un poco cuando me
tuve que mantener de pie mucho tiempo. Estuve de pie en la sala de estar
y luego había habido escaleras, y luego más estar de pie, que era estar
mucho de pie para mí, y no quería desmayarme o algo así. Era un poco
una dama victoriana, sabia en desmayos.
—Estoy bien —dije—. Sólo escuchando. ¿Corredores de vallas?
—Sí, corredores de vallas. No sé por qué. Comencé a pensar acerca de
ellos realizando sus carreras con vallas, y saltando por encima de estos
objetos totalmente arbitrarios que habían sido fijados en su camino. Y me
preguntaba si los corredores alguna vez pensaban, tú sabes, esto sería más
rápido si sólo nos deshiciéramos de los obstáculos.
—¿Esto fue antes de tu diagnóstico? —pregunté.
—Bien, bien, estaba eso, también. —Sonrió con la mitad de su boca—. El
día de los existencialmente tensos tiros libres fue casualmente también mi
último día con ambas piernas. Tuve un fin de semana entre el momento en
que se programó la amputación y cuando ocurrió. Mi pequeña visión
propia de lo que Isaac está pasando.
Asentí. Me gustaba Augustus Water. Realmente, realmente, realmente me
gustaba. Me gustó la forma en que su historia terminó con otra persona.
Me gustaba su voz. Me gustó que tomara tiros libres existencialmente
tensos. Me gustaba que era un profesor titular en el Departamento de
Sonrisas Ligeramente Torcidas con una cita doble en el Departamento de
tener una Voz que Hacia que Mi Piel Se Sintiera Más Como Piel.
Y me gustaba que tuviera dos nombres. Siempre me ha gustado la gente
con dos nombres, porque tomas la decisión de cómo llamarles: ¿Gus o
Augustus? Yo, era siempre Hazel, univalente Hazel.
—¿Tienes hermanos? —pregunté.
—¿Eh? —respondió, parecía un poco distraído.
—Dijiste eso de ver jugar a los niños.
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